Museo de Pontevedra

Comisaria: Beatriz de San Ildefonso Rodríguez

En el contexto de la incidencia del Museo de Pontevedra en la difusión e investigación del arte gallega se enmarca la exposición ‘Silverio Rivas. Eloxio do silencio’, una revisión de la obra de un artista de referencia para entender la escultura contemporánea en Galicia.

El conjunto de esculturas de Silverio Rivas (Ponteareas, 1942) presentes en esta exposición incluye obras desde sus inicios en la abstracción hasta la actualidad. Es, por tanto, una muestra antológica, aunque deliberadamente su distribución no se corresponde con un recorrido cronológico. Las obras se agrupan por tipologías o materiales como lo están en el taller del artista, y nos invitan a descubrir el origen de su proceso creativo, siempre dirigido a la búsqueda del equilibrio, la armonía y la perfección.

Su primer contacto con la materia fue en el taller de ebanistería de su padre, profesión a la que se encaminaban sus primeros estudios, pero pronto descubre la necesidad de convertirse en escultor y transformar la materia en forma y volumen.

Desde lo profundizo conocimiento del oficio, que le proporciona su formación artesanal, inicia la búsqueda de un lenguaje de modernidad que hallará su respuesta en el expresionismo abstracto, siendo una de sus principales fuentes de inspiración a naturaleza.

La obra de Silverio es el resultado de un respetuoso diálogo con la materia que lo va guiando en el proceso de creación. Un trabajo reflexivo que lleva a cabo en la soledad y el silencio de sus diferentes talleres, donde desarrolla una intensa labor de investigación, siempre con la intención de crear una obra nueva y diferente huyendo de la monotonía. Ese trabajo constante es lo que le permite conocer noticias técnicas y trabajar materiales muy diversos. En su etapa inicial, cuando se desprende de la figuración para centrarse en la búsqueda de las formas puras, utiliza la técnica del ensamblaje. A los huecos y los volúmenes creados por módulos ensamblados les seguirán las esculturas articuladas que nos inducen a buscar el misterio que esconden en su interior y que al abrirse reproducen el movimiento de la naturaleza.

Tras un largo período (1979-1986) dedicado a la articulación de maderas nobles y bronces, la necesidad de cambio lo lleva a emprender una nueva etapa centrada en la piedra. Busca el refugio de la cantera donde encuentra el lenguaje con el que trabajar el granito y descubre el secreto de la piedra, para realizar unas esculturas en las que dirige su mirada al arte egipcio. Este fue uno de sus referentes desde que había visitado el Museo del Louvre en su primero viaje a París, en 1972. Las alusiones a este arte de la antigüedad están presentes nos sus trabajos desde aquel momento y se hacen visibles en aspectos como los perfectos pulidos de sus esculturas, en el que también influyó su profunda admiración por Brancusi. La obra pétrea revela la monumentalidad de los egipcios, pero a la vez consigue la sensación de ingravidez con los huecos y los espacios vacíos.

Para evitar la monotonía que supone el uso exclusivo de un material, alterna el trabajo de la piedra con el metal o la madera, ahora transformada en estructuras geométricas en las que abre fisuras, crea huecos o genera espacios ilusorios de luz, sirviéndose del color.

Por último, debemos mencionar las obras creadas a partir de objetos cotidianos hallazgos al albur, que al ser manipulados obtienen una nueva vida transformados en obras de arte, siguiendo el ejemplo del Nuevo Realismo.

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