Coneces - O Entroido de 1876 en Pontevedra - Museo de Pontevedra

El Carnaval de 1876 en Pontevedra
Los fondos custodiados por el Museo de Pontevedra permiten historiar diversos aspectos de la cultura gallega en general y pontevedresa en particular. Así, la colección reunida por José Casal y Lois (1845-1912) y la biblioteca de Víctor Said Armesto (1871-1914), así como la completísima hemeroteca, nos aportan numerosos datos para conocer a fondo la historia del Carnaval en la ciudad del Lérez a lo largo del siglo XIX.
Por esa documentación sabemos que dicha fiesta tenía en Pontevedra un carácter rústico, con disfraces sencillos, aprovechando para ello prendas viejas e inservibles, y con prácticas en nada distintas a las llevadas a cabo hasta no hace muchos años en pueblos y aldeas de Galicia.
Será en la segunda mitad del siglo XIX cuando la fiesta del Carnaval sufra un importante cambio debido a la evolución experimentada en la sociedad pontevedresa, con el nacimiento de destacadas sociedades culturales impulsado por la extensa nómina de escritores y artistas, la aparición de numerosas imprentas y la creación del Instituto y de las Escuelas Normales.
A partir de 1861 van a ser los estudiantes del Instituto quienes se encarguen de la organización de la fiesta, editando bandos en los que se anuncian las actividades y se invita a los ciudadanos a participar en las comparsas.
Pero el punto de inflexión en el Carnaval pontevedrés es, sin duda, el año 1876, en que toma la iniciativa el escritor Andrés Muruáis Rodríguez (1851-1882), junto con su hermano Jesús (1852-1903), residentes en la Casa del Arco, marco de destacadas tertulias. Unos meses antes de la fiesta, Andrés crea un ambiente carnavalesco disfrazándose con pieles y cubriendo su cabeza con una careta de animal, arrastrando fuertes cadenas. De esa guisa y aullando como un perro, recorre las calles de la ciudad. Los habitantes de la Moureira lo identifican con el Urco, un monstruo legendario, un animal fantástico, de malos augurios, figura y significado estudiados por José Filgueira.
En la imprenta de Verea y Quintáns fue publicado el opúsculo Reinado y muerte del Urco, en el que se reúnen los documentos en prosa y verso aparecidos durante el Carnaval, encabezados por la crónica firmada por Larfín Farafullán como “Cronista de mi poderoso señor el Urco”.
Pero según el relatorio de los hechos, Urco no resultó ser el animal monstruoso temido por los pontevedreses, sino un poderoso rey que su ejército venía a visitar el país de los Helenos. ¿Sería éste una reencarnación del extravagante y vicioso Inca Urco, breve sucesor de su padre Viracocha, rey entre 1400 y 1438 de Cuzco, al que abandonaron ante la invasión de los chancas?
Los actos de 1876 duraron desde el domingo, 27 de febrero, hasta el miércoles, 1 de marzo, y fueron, según la crónica, los siguientes: desembarco del rey Urco, aplazado al lunes por el mal tiempo, recibimiento por parte de Teucro, que había publicado un Bando en verso, y desfile de las carrozas hasta la plaza de la Herrería; el martes, en la misma plaza, presididos por Teucro y Urco, los juegos florales, en los que fueron leídas tres composiciones, y el torneo, en el que luchan los guerreros de uno y otro y que finaliza con el enfrentamiento entre ambos, acabando Urco malherido, y el miércoles, en el teatro, la representación del apropósito “La muerte del Urco”, de la autoría de Andrés Muruáis, y la “Apoteosis” escrita por el pintor madrileño Federico Guisasola (1830-1882), que también diseñó los trajes, finalizando con el entierro del monarca, en el que fue leído el “Discurso plágico-funébrico” por Siol Oilegor (léase Rogelio Lois, 1842-1905), “individuo del Gran Comité Estomacal”.
Tomaron parte también en las representaciones, con gran participación del pueblo de Pontevedra sin distinción de clases, Piñeiro, autor de la música de los coros y del himno, y Demetrio Durán, modelador de la cabeza de Urco y autor de los trajes.
Desde entonces y hasta hoy, la figura del rey Urco estará presente, con mayor o menor fuerza, y con las lógicas excepciones, en el Carnaval pontevedrés.