La Perla Peregrina y el Retrato de doña Margarita de Austria

24/01/2012
Museo de Pontevedra

La Perla Peregrina fue vendida el pasado 14 de diciembre por el "módico" precio de nueve millones de euros, consiguiendo el máximo que se ha llegado a pagar hasta ahora por una perla en una puja de joyas, quizás debido no sólo a su valor material (tamaño, forma y color poco comunes) sino, y principalmente, a su historia, a su pasado legendario ligado a la realeza española. Perteneció al conocido como Rico Joyel de los Austrias de las joyas de la corona española y apareció en famosos retratos áulicos durante tres siglos. Fue también primera protagonista de amores y desamores dentro del mundo rosa del séptimo arte en el siglo XX con Elizabeth Taylor y Richard Burton, circunstancias todas ellas que hacen de esta joya una leyenda viva.

¿Pero, por qué motivo hablamos en este espacio de la Perla Peregrina? por estar muy cerca de nosotros. La mostramos con todo su esplendor junto al diamante conocido como El Estanque, que luce la reina doña Margarita de Austria, mujer de Felipe III, en el retrato realizado por Juan Pantoja de la Cruz (ca.1553-1608), anteriormente atribuido a Bartolomé González (1564-1627). Ocupa una de las principales salas de pintura del edificio Castro Monteagudo del Museo de Pontevedra, que depositó el Museo del Prado en 1945.

Éste es un buen lugar para desvelar, por una parte, lo mágico que esta perla esconde y, por otra, para dar a conocer este retrato, que bien merece ser valorado por el público. De esta forma sabemos un poco más de nuestro apasionante pasado y lo conectamos con un presente cada vez más materialista y menos sensible que los pequeños y anecdóticos hechos que hacen de la Historia y de la Historia de las Artes unas disciplinas realmente atractivas.

Hablar de la Perla Peregrina supone trasladarnos al siglo XVI. Fue descubierta por un esclavo en Panamá en 1569, según otras fuentes en 1515, y se la entregó al rey Felipe II el alguacil mayor de Panamá, Diego de Tebes.

Felipe II contrajo matrimonio cuatro veces, pero se dice que de la mujer que estuvo realmente enamorado fue de la tercera, Isabel de Valois (1546-1568). Muchos historiadores sostienen que durante este matrimonio el Rey Severo dejó de tener amantes, precisamente debido al amor que sentía por Isabel. Consciente del primer rechazo de doña Isabel, obligada a tener que casarse para sellar la paz entre Francia y España (de su fruto fue el tratado Cateau-Cambresis), y con trece años de edad, con el hombre más poderoso de Europa y veinte años mayor que ella, el rey manda tallar para ella un diamante único en el mundo, El Estanque, de forma cuadrada y tono verdoso; una joya espléndida, que se engarzó junto con la Perla Peregrina en el Rico Joyel de los Austrias. Presumieron de su belleza reyes y reinas como nuestra protagonista doña Margarita de Austria, María Luisa de Parma o Isabel de Borbón. En el siglo XIX cae en manos de José Bonaparte tras la guerra de la Independencia y, finalmente, reaparece en puja el 23 de enero de 1969 por la Casa Sotheby´s de Nueva York.

El fin último de un retrato es la memoria, es decir, la transmisión de esa imagen para el recuerdo de generaciones venideras. En general, los retratos podemos considerarlos testimonios fidedignos de su tiempo. Juan Pantoja de la Cruz, pintor especializado en el género de la retratística, continuador del tipo de retratos renacentista-cortesanos practicado por Alonso Sánchez Coello, desde 1596 ostenta el cargo de pintor del rey Felipe II y a partir de 1598 se convierte en pintor oficial de la corte de Felipe III. Se dedica así casi exclusivamente a la pintura de retratos áulicos repetitivos, describiendo con esmero bordados, encajes, joyas, peinados y demás piezas de ornato; en esta línea continuarán sus seguidores Rodrigo de Villandrando, Santiago Morán, Andrés López o Pedro Antonio Vidal.

Podríamos afirmar que esta imagen de doña Margarita no posee sustancia propia y menos aún entidad sobrenatural o mágica; es simplemente un soporte de su carácter personal. Analizando su mirada se puede intuir la amargura en esta última, quizás por su enfrentamiento directo con el valido del rey, el duque de Lerma, por denunciar abiertamente su corrupción.

Sabela Santos Filgueira

Técnico Auxiliar del Gabinete Didáctico