Una real provisión de la reina Isabel en el Museo

07/10/2013
Museo de Pontevedra

Entre los documentos que se conservan en el Museo se encuentra esta real provisión dirigida al concejo, alcaldes, alguaciles, regidores, caballeros, escuderos, oficiales e homes buenos de la ciudad de Santiago en la que Isabel de Trastámara les da cuenta del fallecimiento de su hermano el rey Enrique IV el 11 de diciembre y les pide que la reconozcan como reina de Castilla.

Está fechada en Segovia el 18 de diciembre de 1474, cinco días después de la proclamación de Isabel como reina.

En ella se solicita que se alzasen pendones reconociéndola como reina y señora natural y al “muy alto e poderoso príncipe el rey don Fernando mi señor como mi legítimo marido” y que le enviasen procuradores para que en nombre de la ciudad y de su tierra les jurasen fidelidad.

El pueblo compostelano, junto con el arzobispo y el clero, ofrecerá lealtad a Isabel y Fernando cumpliendo la petición que se les hizo.

Pocos días después comenzaría la guerra entre los partidarios de Isabel y los de Juana, la hija del rey Enrique IV, quien también se proclamó reina de Castilla y León. Los nobles que la apoyaban se sumarían a las tropas portuguesas de su tío el rey Alfonso de Portugal con quien se había casado.

En Galicia el arzobispo Fonseca junto a otros nobles como el conde de Monterey o Pedro Pardo de Cela apoyan a Isabel mientras que Pedro Álvarez de Sotomayor encabeza el bando de los nobles que combatieron por Juana.

El documento que se conserva en el Museo comienza enumerando todos los títulos de la recién proclamada reina: reina de Castilla y León, de Toledo, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, del Algarbe, de Algeciras y de Gibraltar y señora de Vizcaya y de Molina, reina de Sicilia y princesa de Aragón.

Sólo estos dos últimos títulos, adquiridos en virtud de su matrimonio con Fernando, heredero de la corona de Aragón, son los que le reconoce el bando adversario. Su casamiento, sin la autorización del rey Enrique, había supuesto la ruptura del pacto de Guisando de 1461, por el cual Isabel había sido reconocida por su hermano como Princesa de Asturias y por lo tanto su heredera en perjuicio de su hija Juana.

Además del sello de placa y firma de la reina, lleva la firma de su secretario, Alfonso de Ávila, quien la hizo escribir por su mandato. Los secretarios se encargaban de expedir y refrendar los documentos regios. En esta época comienzan a ser profesionales de plena confianza de los reyes que contribuirán a reforzar la autoridad real en detrimento de la nobleza.

José Manuel Castaño